Conoce la Albufera de Valencia.

No puedes viajar a Valencia sin hacer una pequeña escapada a la Albufera. A solo 10 km de la ciudad del Turia. Un entorno único donde se conjuga cultura, naturaleza y tradición.

Con una extensión 21.120 hectáreas, la Albufera valenciana es uno de los humedales más importantes de Europa. Un espacio en el que el hombre se ha integrado en la naturaleza a lo largo de los siglos.

Una albufera es una laguna natural de agua salada que se separa del mar por un brazo de tierra. Como nos recuerdan los barqueros de El Bessò, una empresa que organiza paseos guiados en barca por la Albufera de Valencia, se trata del lago más grande de España.

La albufera abarca un espacio situado entre la desembocadura del río Turia y el río Júcar, paralelo a la costa. Arranca desde la playa del Saler en Valencia hasta las inmediaciones de Cullera. Con unos 35 kilómetros de longitud.

Atraviesa 13 municipios, desde la pista de Silla, que incluye localidades como Albal, Alfafar, Catarroja y Massanasa, entre otros, donde se ha desarrollado la industria del mueble en Valencia, hasta la comarca de la Ribera Baja, con Cullera, Sollana y Sueca, puntos clave en la producción de arroz.

Desde que muchos de estos pueblos fueron inaugurados por los árabes en la edad media, la albufera ha sido un elemento fundamental en su desarrollo económico y les ha imprimido carácter e identidad.

Pero va mucho más allá. La albufera es un espacio protegido de gran valor ecológico. Es el hábitat natural de peces en peligro de extinción como el samarugo y el farlet. Lugar de cría del pato cuchara, con 20.000 ejemplares, y del pato colorao, con 10.000. Punto de parada para la garza real y la garza común.

Sin duda, la Albufera ha dejado su impronta en la morfología de Valencia y en la forma de ser de los valencianos.

Cañas y Barro.

El escritor Vicente Blasco Ibáñez publicó esta novela ambientada en la Albufera en 1902. La web de libros Elejandría señala que pertenece al movimiento naturalista. Una corriente del realismo que se caracteriza por representar la realidad con una objetividad documental.

La novela fue adaptada por TVE en 1978 en una magistral serie protagonizada por Alfredo Mayo, Victoria Vera y José Bódalo.

“Cañas y barro” nos relata la historia del pueblo valenciano encarnada en la historia de una familia, “Los Paloma”, reflejando los cambios sociales que se producen a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX. Un libro fundamental para conocer la realidad social valenciana.

“El tío Paloma” es un pescador que vive en una Barraca en el Palmar, actual pedanía de Valencia, al lado de la Albufera. Sale cada día con su barca propulsada con una percha, una vara larga que se sumerge hasta fondo, para pescar anguila y lubina. Lleva una economía de subsistencia, como gran parte de sus vecinos.

Su hijo Tono, como era habitual, se hace novio y se casa con una chica del pueblo, Rosa. Con ella tienen un hijo, “Tonet”, y adoptan a una niña, “Samaruca”, que se había quedado huérfana tras morir sus padres de una enfermedad. Rosa también muere al poco tiempo. La mortandad era bastante alta en la zona.

Tono, que se ve con dos criaturas que alimentar, deja de dedicarse a la pesca y se pone a cubrir pequeños terrenos de la albufera con tierra para plantar arroz. Es una práctica que se está extendiendo por la comarca para intentar salir de la pobreza. Los valencianos crean la tierra, cultivan, arañándole pedazos a la Albufera. Su padre, el “Tío Palomo”, no se lo perdonará en la vida. Está acabando con un estilo de vida que les había alimentado durante generaciones.

“Tonet”, el hijo, se va a la guerra de Cuba, reclutado por el Estado. A su vuelta de la contienda no quiere trabajar. Se pasa todo el día de juerga en la taberna, dilapidando la poca prosperidad que había logrado su padre. Mientras, “Samaruca”, la hija adoptiva, es el principal apoyo de Tono. Representa a esas mujeres fuertes del campo, duras y generosas, capaces de hacer trabajos que hasta hace poco estaban reservados para los hombres.

En la novela se reflejan tres estereotipos, que representan tres actitudes ante la vida: lo nuevo, lo viejo y el hedonismo desaforado. Posturas que llegan a entrar en contradicción. Tres aspectos presentes en la idiosincrasia valenciana.

Un ecosistema social propio.

 La vida en la Albufera ha dado lugar a manifestaciones únicas. A lo largo de la ribera puedes encontrar embarcaderos y puertos fluviales donde pescadores y vecinos atracan sus barcas. Estas barcas de madera, algunas tienen un mástil que sujeta una vela romana, otras son barcazas propulsadas con perchas, un sistema similar a las góndolas venecianas; y en la actualidad, gran parte de ellas cuentan con un motor de hélice.

A estas barcas se les conoce como “albuferenc”. Una barca pequeña, de quilla plana, con un piso de láminas de madera que permite moverse por toda la embarcación.

Junto al famoso embarcadero de El Palmar, que se ha convertido en un reclamo turístico, encuentras los puertos interiores de Catarroja, Silla, El Tremolar y La Sollana. El hombre, aprovechando la albufera, ha construido canales que en algunos casos atraviesan núcleos habitados como si fueran calles.

La Albufera funcionó durante mucho tiempo como una vía de comunicación. Esto permitió, por ejemplo, que se desarrollara la industria de la madera. Hasta que se instauró el ferrocarril y se crearon las carreteras, las materias primas se transportaban en barcas por el agua.

Hoy transitar la albufera es recorrer arrozales, zonas de huerta, cañaverales y espacios naturales protegidos. Permite, además, conocer los pueblos aledaños desde otra perspectiva. Atravesando la zona desde una red de canales y acequias interconectadas.

La construcción característica, como sucede en gran parte de la huerta valenciana, es la “Barraca”. Una casa rectangular con paredes de adobe encaladas y un techo a dos aguas de ángulo agudo construido con cañizo. Suele contar con dos alturas. Un piso bajo que sirve de vivienda a la familia, y otro superior para guardar los aperos de labranza, los utensilios para la pesca y parte de la cosecha.

Este lago también ha marcado la gastronomía. El plato típico del lugar es al “Allipebre”. Un guiso hecho a base de ajo, pimentón, guindilla y anguila. En la albufera puedes degustar la auténtica paella valenciana. Con arroz, verdura (garrafón y bachoqueta) y carne de pollo y conejo, a la que algunas veces se le añade pato de caza. La Albufera está repleta de restaurantes tradicionales, en los que comer comida típica valenciana en sus terrazas al aire libre, disfrutando del paisaje.

¿Qué ver en la Albufera?

La web de turismo Mil Viatges nos ofrece un interesante itinerario para conocer la Albufera valenciana en una excursión cultural y antropológica.

Es importante empezar por el Centro de visitantes “El Racó de l`olla.” Una especie de museo en el que se explica con paneles informativos la importancia cultural, histórica y ecológica de la laguna. Desde ahí adquieres una perspectiva completa de la albufera y te indica lugares de interés que visitar.

Atravesando un camino, llegas a un mirador desde el que puedes ver desde lo alto todo el parque natural. Otro sendero te conduce al borde de la laguna, donde hay una caseta de observatorio de aves, donde se observan las garzas, los flamencos y los patos que habitan el acuífero.

Para conocer la influencia social y económica de la Albufera nada mejor que visitar El Palmar. Allí puedes encontrar algunas de las primeras barracas que se levantaron en la zona, como la “Barraca del Arandés”, con más de 200 años de antigüedad. Puedes visitar el Hogar del Pescador, un centro social construido en 1980 en la Plaza de la Sequiota, y el edificio de la Comunidad de Pescadores, levantado en 1920.

Cerca de allí se encuentra la piscifactoría, dedicada a la protección y reproducción de peces autóctonos en peligro de extinción; y la trilladora de Tocaio, un conjunto de casetas propiedad de la comunidad de regantes dedicada al secado y almacenamiento de arroz.

Desde el embarcadero de El Palmar se organizan paseos en barca por la albufera. Suelen ir acompañados por un guía local que van reseñando los principales atractivos que se observan desde la barca.

Estas barcas tradicionales ofrecen desde un recorrido por los canales y la laguna, descubriendo al visitante los puertos fluviales y los lugares más emblemáticos, hasta paseos románticos al atardecer o la toma de un “esmorzaret”, el tradicional almuerzo valenciano, a bordo de la embarcación.

Para terminar, nada mejor que visitar la “Devesa del Saler.” El brazo de arena que separa el mar de la Albufera. Se encuentra conformado por dunas de arena con una vegetación de jara resistente al medio. La Albufera se comunica con el mar en tres canales naturales, llamados golas: La Gola del Perelló, la Gola del Perellonet y la Gola del Puchol. La playa del Saler, pegada a la dehesa, de carácter semisalvaje, es una de las playas más apreciadas de la Ciudad de Valencia.

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