Hay veces en la vida en las que, de una manera azarosa, un negocio encuentra el caldo de cultivo perfecto para convertirse en rentable. La situación que estamos atravesando desde hace un año, con una pandemia socavando las vidas de miles de personas y la moral de la población mundial, no ha sido propiciado para el 99% de las empresas que se levantan en España. Sin embargo, el coronavirus, a pesar de todas las desgracias que está provocando, le ha dado un aire fresco a un determinado tipo de turismo, sobre todo durante el verano de 2020: nos referimos al turismo rural.
Las grandes aglomeraciones de gente durante el verano se suelen producir en lugares de costa. Localidades como Benidorm, Torrevieja, Salou… además de cualquier lugar de las Islas Baleares o de las Canarias se convierten en un avispero de personas, llegando a multiplicarse por hasta 10 su población entre los meses de junio y septiembre. Es evidente que, con una situación como la que teníamos encima el verano pasado, nadie iba a jugársela yendo a lugares como de los que hemos hablado. Era preferible acudir a sitios más tranquilos. Y ahí es donde el turismo rural consiguió llevarse el gato al agua.
El turismo rural ya venía creciendo en los últimos años en España. Esta gráfica del portal web Statista así lo hacía indicar, dejando claro que tanto los turistas nacionales como los extranjeros estaban empezando a apostar en serio por todo lo que tenía que ver con esta modalidad de ocio. Durante toda la década, el número de negocios de este tipo en España también había crecido, poniéndose en evidencia el evidente incremento de las posibilidades de rentabilidad de las casas y los hoteles rurales de nuestro país.
La llegada del coronavirus ha potenciado aún más si cabe la confianza que la gente tiene en lugares donde la tranquilidad y la naturaleza son señas de identidad ineludibles. A nadie le cabe la menor duda, dentro del sector, que es una verdadera lástima que este repunte de popularidad se haya producido a raíz de una pandemia tan grave como la que estamos viviendo, pero nadie va a renunciar a obtener una mayor rentabilidad a pesar de ello. Es lo lógico y lo que, casi con total seguridad, haríamos todos y cada uno de nosotros. No es para menos.
En el mes de septiembre, empezamos a extraer las primeras grandes conclusiones de la campaña turística de verano. Y ya por entonces se pudo dilucidar que era el turismo rural el principal beneficiado de la situación actual. A nadie le cabe la menor duda de que ha aumentado el número de reservas en entornos como estos y que, desde luego, hay muchas más personas que han elegido un lugar como Albarracín a un sitio como Benidorm, por citar dos ejemplos de modalidades turísticas contrapuestas. Que el turismo rural se había crecido ante el coronavirus es algo de lo que se hacía eco el portal web del diario 20 Minutos.
Al turismo rural se le presentó en verano la oportunidad de ganarle la partida al turismo típico de los meses de julio y agosto por aquello de evitar aglomeraciones. Por eso, fueron muchas las casas y hoteles rurales que vieron la opción de potenciar sus servicios y obtener réditos de ello. Así nos lo cuentan desde Hotel-Up, cuyos profesionales nos han indicado que el mayor volumen de trabajo de esta entidad ha venido de mano de los emprendedores focalizados en el turismo rural. Y es que han sido ellos los que, en 2020, han mantenido a un sector tan importante para nuestro país.
Paz y tranquilidad, dos atributos necesarios
Teniendo en cuenta la enorme presión que provoca en el cuerpo humano la rutina habitual del día a día, es evidente que es cada vez más importante encontrar momentos en los que la paz y la tranquilidad gobierne nuestra vida. Sin esos momentos, es prácticamente imposible evitar males como la ansiedad, la depresión o el estrés, que tan malos resultados ofrecen para la salud humana. Hay que cuidar estos detalles para evitar que nuestra vida se convierta en un infierno y para garantizar las máximas posibilidades de ser feliz.
Está claro que muchas veces es muy difícil conseguir el objetivo que os acabamos de comentar. Pero también es evidente que, cuando nos sea posible, tenemos que luchar por conseguirlo. En los tiempos que corren, es bastante complicado que alguien encuentre lo que necesita para ser feliz. Pero esto pasará. Y, cuando lo haga, debemos tener la lección bien aprendida. Si lo hacemos, y confiamos nuestro descanso a esa paz y tranquilidad, encontraremos un camino estupendo que nos conducirá al objetivo último del ser humano: vivir feliz y disfrutar al máximo de sus momentos de ocio.