Conozcamos a fondo la esclerosis múltiple.

La esclerosis múltiple (EM) es una enfermedad crónica que afecta al sistema nervioso central, es decir, al cerebro y la médula espinal. Es una condición compleja y diversa que puede manifestarse de formas muy diferentes en cada persona. Aunque es una enfermedad que no tiene cura en la actualidad, los avances médicos han permitido mejorar notablemente la calidad de vida de quienes la padecen.

¿Qué es la esclerosis múltiple?

La esclerosis múltiple se clasifica como una enfermedad autoinmune. Esto significa que el sistema inmunológico, que normalmente protege al cuerpo de infecciones y enfermedades, ataca por error la mielina, una sustancia que recubre y protege las fibras nerviosas. Esta capa de mielina actúa como un aislante y permite que las señales eléctricas viajen rápidamente entre el cerebro y el resto del cuerpo.

Cuando la mielina se daña o desaparece, las señales nerviosas se ralentizan, se distorsionan o incluso se detienen por completo. Esto provoca los síntomas de la esclerosis múltiple, que pueden variar desde problemas leves de coordinación hasta discapacidades más severas.

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas de la esclerosis múltiple son muy variados y dependen de qué partes del sistema nervioso estén afectadas. Algunos de los más comunes incluyen:

  1. Fatiga: es uno de los síntomas más frecuentes y debilitantes. No se trata de un cansancio normal, sino de una sensación de agotamiento extremo que puede dificultar las tareas diarias.
  2. Problemas de movilidad: esto incluye debilidad muscular, espasmos o dificultades para caminar. Algunas personas pueden requerir ayudas como bastones o sillas de ruedas en fases avanzadas.
  3. Alteraciones visuales: la visión borrosa, el dolor ocular o incluso la pérdida temporal de la vista son comunes, especialmente en los estadios iniciales. Esto puede estar relacionado con una inflamación del nervio óptico, conocida como neuritis óptica.
  4. Entumecimiento y hormigueo: muchas personas experimentan sensaciones extrañas en sus extremidades, como adormecimiento, sensaciones de pinchazos o ardor. Estas sensaciones pueden ser intermitentes o persistentes.
  5. Problemas cognitivos: dificultades para concentrarse, problemas de memoria o ralentización del pensamiento pueden aparecer con el tiempo. Esto se conoce como «neblina mental» y puede ser uno de los aspectos más frustrantes de la enfermedad.
  6. Dolor: puede ser agudo o crónico, y manifestarse en diferentes partes del cuerpo. Algunos pacientes describen dolores punzantes o sensaciones de quemazón que interfieren con sus actividades diarias.
  7. Espasticidad: rigidez muscular o contracciones involuntarias son comunes, especialmente en las piernas. Esto puede afectar a la capacidad de movimiento y generar molestias constantes.
  8. Problemas de equilibrio y coordinación: las personas con EM a menudo tienen dificultades para mantener el equilibrio, lo que puede aumentar el riesgo de caídas. También pueden experimentar temblores o movimientos descoordinados.
  9. Trastornos del habla y la deglución: aunque menos comunes, algunas personas pueden tener dificultad para articular palabras o para tragar alimentos y líquidos de forma segura.
  10. Problemas emocionales: ansiedad, depresión e irritabilidad son frecuentes, no solo como respuesta emocional a la enfermedad, sino también debido a los cambios físicos en el cerebro.
  11. Disfunción vesical e intestinal: la dificultad para controlar la vejiga es común en la EM, lo que conlleva incontinencia o retención urinaria. También pueden presentarse problemas de estreñimiento o, en algunos casos, pérdida del control intestinal.
  12. Sensibilidad al calor: muchas personas con EM notan que sus síntomas empeoran cuando están expuestas a altas temperaturas, como durante el verano o al tomar baños calientes.

Tipos de esclerosis múltiple.

Existen diferentes formas de esclerosis múltiple, y cada una tiene un curso particular:

  1. Esclerosis múltiple recurrente-remitente (EMRR): es la más común, representando aproximadamente el 85% de los casos. Se caracteriza por brotes (períodos de síntomas nuevos o empeorados) seguidos de períodos de remisión parcial o completa.
  2. Esclerosis múltiple secundaria progresiva (EMSP): puede desarrollarse en personas que inicialmente tuvieron EMRR. En esta etapa, los síntomas empeoran gradualmente con el tiempo, con menos brotes o remisiones.
  3. Esclerosis múltiple primaria progresiva (EMPP): en este caso, los síntomas empeoran de manera constante desde el inicio, sin brotes ni remisiones claros. Representa alrededor del 10-15% de los casos.
  4. Esclerosis múltiple progresiva recurrente (EMPR): es la forma menos común. Combina un deterioro constante con episodios de brotes agudos.

Historia de la esclerosis múltiple.

El conocimiento sobre la esclerosis múltiple ha evolucionado enormemente desde su descubrimiento en el siglo XIX. Fue en 1868 cuando el neurólogo francés Jean-Martin Charcot describió por primera vez la enfermedad como una entidad clínica distinta. Sus observaciones de pacientes con síntomas como debilidad muscular, problemas de coordinación y lesiones en el sistema nervioso fueron fundamentales para sentar las bases del estudio moderno de la EM.

En ese momento, las opciones de tratamiento eran limitadas, y la comprensión de la enfermedad era mínima. Desde entonces, los avances en la tecnología médica, como las imágenes por resonancia magnética, han permitido un diagnóstico más temprano y preciso, lo que ha sido crucial para mejorar los resultados en los pacientes.

¿Qué causa la esclerosis múltiple?

A pesar de los avances en la investigación, las causas exactas de la esclerosis múltiple aún no se conocen. Sin embargo, se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, ambientales y del sistema inmunológico. A continuación, veremos en más detalle algunos de estos factores:

  • Predisposición genética: aunque la esclerosis múltiple no es una enfermedad hereditaria en el sentido clásico, existe un mayor riesgo de desarrollarla si hay antecedentes familiares. Variaciones genéticas específicas, como aquellas en el complejo principal de histocompatibilidad (MHC), parecen estar asociadas con la susceptibilidad a la EM. Sin embargo, no es un único gen el responsable, sino una interacción compleja de varios genes.
  • Factores ambientales: los estudios han identificado varios factores ambientales que podrían contribuir al desarrollo de la enfermedad:
    • Infecciones virales: el virus de Epstein-Barr (EBV), conocido por causar mononucleosis, se ha asociado con un mayor riesgo de EM. Se cree que este virus podría desencadenar una respuesta inmunitaria anormal en personas predispuestas genéticamente.
    • Clima y ubicación geográfica: la prevalencia de la esclerosis múltiple es mayor en regiones alejadas del ecuador, lo que sugiere que factores como la exposición al sol y los niveles de vitamina D desempeñan un gran protagonismo. Las personas que se mudan de una región de bajo riesgo a una de alto riesgo durante la infancia también parecen adquirir un mayor riesgo.
  • Deficiencia de vitamina D: la vitamina D tiene un rol esencial en la regulación del sistema inmunológico. Los niveles bajos de esta vitamina, debido a la falta de exposición solar o una dieta deficiente, se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar EM.
  • Tabaquismo: fumar no solo aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad, también puede empeorar su progresión en personas ya diagnosticadas, pudiendo pasar la enfermedad incluso de padres a hijos. El tabaquismo favorece la inflamación y puede alterar la función inmunitaria.
  • Microbioma intestinal: la comunidad de microorganismos en el tracto digestivo, conocida como microbioma, parece influir en el sistema inmunológico. Algunos estudios han sugerido que un desequilibrio en estas bacterias podría estar relacionado con un mayor riesgo de EM, aunque esta área aún está en investigación.
  • Estrés y factores emocionales: aunque no son causas directas, se cree que el estrés severo o prolongado puede actuar como un desencadenante de brotes o agravar los síntomas en personas con predisposición.

Diagnóstico de la esclerosis múltiple.

El diagnóstico de la EM puede ser complicado porque sus síntomas son similares a los de otras enfermedades. Los médicos suelen utilizar una combinación de pruebas para llegar a un diagnóstico, entre ellas:

  • Resonancia magnética (RM): permite detectar lesiones en el cerebro y la médula espinal.
  • Punción lumbar: analiza el líquido cefalorraquídeo para buscar signos de inflamación.
  • Potenciales evocados: miden la velocidad de las respuestas nerviosas a ciertos estímulos.

Tratamiento y manejo.

Aunque no existe una cura para la esclerosis múltiple, los neurólogos de la Clínica Nea, expertos en deterioro cognitivo en Madrid, nos comparten que hay muchas opciones para controlar la enfermedad y mejorar la calidad de vida:

  1. Medicamentos modificadores de la enfermedad: estos medicamentos ayudan a reducir la frecuencia y severidad de los brotes y retrasar la progresión de la enfermedad. Algunos ejemplos son los interferones y los anticuerpos monoclonales.
  2. Tratamiento de los síntomas: incluye medicamentos para manejar el dolor, la espasticidad o los problemas urinarios, entre otros.
  3. Fisioterapia: ayuda a mantener la movilidad, fortalecer los músculos y mejorar el equilibrio.
  4. Terapia ocupacional: enseña estrategias para realizar actividades diarias de manera más eficiente.
  5. Apoyo psicológico: vivir con EM puede ser complicado emocionalmente, por lo que la terapia puede ser una herramienta valiosa.

Investigación y esperanza.

El campo de la investigación sobre la esclerosis múltiple está lleno de promesas. Los ensayos clínicos actuales investigan nuevos medicamentos y tratamientos innovadores, como las terapias con células madre. Estas terapias buscan reparar o reemplazar las fibras nerviosas dañadas y la mielina perdida. Además, los avances en inteligencia artificial y el análisis de datos están ayudando a identificar patrones en la progresión de la enfermedad, lo que podría llevar a tratamientos más personalizados.

La importancia del apoyo para las personas que lo sufren.

El diagnóstico de esclerosis múltiple puede ser un obstáculo emocional, tanto para el paciente como para su familia. Aquí es donde el apoyo social juega un papel fundamental. Grupos de apoyo, tanto en persona como online, permiten a los afectados compartir experiencias, consejos y, lo más importante, esperanza. La comunidad médica también ofrece información clara y empática, permitiendo a los pacientes sentirse más seguros al enfrentar esta enfermedad.

Comparte este artículo
Facebook
Twitter
LinkedIn
Últimas publicaciones
Scroll al inicio