Comer bien está convirtiéndose en un gran dolor de cabeza para la mayoría de las personas. Entre los precios de los alimentos saludables que no paran de subir, el poco tiempo que tiene la mayoría de la gente para cocinar o comer algo en condiciones, y toda la poca autoestima que manejamos hoy en día, cuidarse se está convirtiendo en una pesadilla.
Y es que toda esta creencia parte de la misma raíz que la “positividad tóxica”: tienes que estar feliz hasta cuando te apetece llorar, o enfadarte, porque, pensémoslo ¿hay algo mejor que estar feliz?
¡Error! Al igual que no podemos estar felices todo el rato, no podemos ser perfectos y consumir alimentos perfectos todo el tiempo y créeme, no es malo. De hecho, comer sano es mucho más sencillo de lo que se piensa, ya que implantando una serie de pequeños hábitos durante la semana y cambiando un poco nuestra forma de pensar, podremos lograrlo.
¡Quédate a descubrirlo y alégrate de tener una vida normal, porque la perfección no existe!
Comer sano es comer bien y sentirte bien.
Si pensamos en el la frase “debes alimentarte de forma saludable” seguro que estamos dando por hecho que ahí no entrarán los donuts, la coca cola ni muchísimo menos las palomitas del cine. Sin embargo, la mayoría de personas acaban malinterpretando este término y traduciéndolo como “dejar de comer la mayoría de las cosas que me gustan”. Pero ¿esto es bueno acaso?
¡La mente es muy poderosa y creerá fielmente todo aquello que le digas! Si piensas que la hamburguesa que te estás comiendo te engordará, probablemente lo haga, y no, no tiene por qué hacerlo en condiciones normales, créeme. Muchas veces pensamos que comer ciertos alimentos es malo, pero en realidad, los kilos de más tienen más relación con la frecuencia en la que comemos esa hamburguesa o con cómo nos sentimos al comerla.
Una de las cosas que más solemos ignorar en torno a nuestra salud, es nuestra salud emocional. Si constantemente estamos comiendo aquello que no nos gusta, y rechazando aquello que nos encanta, estaremos haciéndonos terriblemente infelices a nosotros mismos.
Sabemos que en algunos casos de obesidad la persona en cuestión debe mantener una dieta estricta para poder bajar de peso, pero salvo este tipo de casos, las personas pueden (y deberían) comer mejor para satisfacer su salud mental y física.
El primer paso para empezar a comer sano es darnos cuenta de que tenemos que sanar nuestro sistema emocional y dejar de sentirnos culpables por la comida. Existen comidas increíbles que pueden hacernos muy felices, y, además, necesarias para cubrir muchos aspectos de nuestra salud, por lo que ¡dejemos de obsesionarnos con comer sólo fruta, verdura y cereales, y comamos más aquello de lo que nos gusta!
Siempre que lo hagamos con moderación, no tendremos ningún problema y seremos mucho más felices.
Cómo comer bien de forma sencilla.
Comer de manera saludable es más sencillo de lo que se piensa; la clave radica en la variedad y el equilibrio en tu dieta diaria. En lugar de lanzarnos a gastar muchísimo dinero en comida ecológica o popularmente saludable, sólo debemos preocuparnos por adquirir comida diferente y consistente que no se centre en comidas preparadas, dulces y grasas.
En su lugar, opta por:
- Incluir frutas y verduras en porciones moderadas.
Puedes comer una pieza de fruta al día, e incluso ir mezclando con yogur o zumo cuando no tengas tiempo. Además, muchos de los alimentos que consumimos ya incluyen fruta por lo que, no debemos obsesionarnos por no comer a diario. De igual forma, te recomendamos también comerlo de manera que te guste sin obligarte todo el rato a comer lo que no quieres; come tarta de zanahoria, o pasteles de frutas para variar, y ve jugando con aquellas comidas que sí disfrutas.
- ¡Mantente bien hidratado siempre!
El pensamiento de comer fruta a diario radica también en mantenernos hidratados, pero también podemos hidratarnos con un consumo mínimo de agua al día. Recuerda que somos un 60% de agua y debemos hidratarnos adecuadamente para no sentirnos mal, y, sobre todo, acuérdate de hacerlo si haces deporte para poder recuperar sales.
- Limita el consumo de azúcares añadidos y grasas saturadas.
No hace falta que hagas un cuadrante con dieta o cocines recetas complicadas; simplemente, come menos dulces y menos grasas saturadas. Puedes comer alguno durante la semana evitando así privarte de tu postre favorito, y mientras puedes optar por consumir fuentes de grasas saludables como los aguacates y el aceite de oliva.
- Cocina en casa siempre que puedas.
Poder elegir los ingredientes es un lujo para tu salud, pero no te obsesiones si no puedes cocinar todos los días. Recuerda que la clave está en la moderación, y mientras no comamos prácticamente toda la semana fuera de casa, no debemos sentirnos mal.
Igualmente intenta comer bien cuando tengas que comer fuera y no comas siempre en restaurantes de comida rápida y similares ¡tu estómago te lo agradecerá!
- Durante la semana, come alimentos con proteínas.
Estos alimentos te ayudarán a sentirte sano y fuerte ¡y además están muy ricos! Puedes incluir pollo, pavo, pescado, legumbres o huevos para hacerte comidas riquísimas con las que no tienes que sentirte mal ni quedarte con hambre.
- Incorpora un puñadito de frutos secos a tu dieta.
Sabemos que por lo general se nos antoja un dulce o unas patatas cuando queremos picar, pero puedes intentar incluir otro más sano en tu dieta que agradecerás: picar frutos secos.
Como bien saben los trabajadores de la panadería Rincón del Segura, los frutos secos son muy buenos para nuestra salud y además están buenísimos. No pasa nada por comer unas patatas de vez en cuando, pero intenta comer sobre todo avellanas, nueces o pistachos ¡verás como te sientes mejor!
- Por último, recuerda, disfrutar tus alimentos favoritos con moderación y escucha las señales de hambre y saciedad de tu cuerpo.
Comer cuando queremos saciar una sensación de ansiedad o similares no sólo nos hará sentirnos mal, sino que afectará a nuestra salud. Establece una rutina con las principales comidas, desayuno, almuerzo y cena, e intenta llegar con hambre a cada una de ellas.
Como has podido comprobar, los cambios pequeños y sostenibles en tus hábitos alimenticios puede marcar una gran diferencia a largo plazo y no es tan difícil (ni caro) como parece ¿verdad?
¡Comer sano puede ser simple, delicioso y beneficioso para tu bienestar general!