Las personas mayores con poca movilidad, autónomos, dependientes o con enfermedades como el Alzheimer, Parkinson…deben ser cuidados por un profesional con estudios geriátricos.
Estas personas pueden elegir ser cuidadas con atención permanente o por horas, en el domicilio o en hospitales. La cuidadora evita que el anciano esté todo el día solo.
«En la actualidad hay casi 900 millones de personas mayores de 60 años, lo que equivale al 12% de la población mundial, y se prevé que para 2050 esta cifra aumente hasta el 21%», informa el periódico digital Okdiario.
Muchas veces el anciano no puede bañarse solo, así que ella se encarga de la higiene diaria. Estos profesionales se adaptan a las necesidades del anciano, ya que pueden estar con la persona mayor unas hora o todo el día.
La cuidadora se encarga de supervisar y controlar todos los medicamentos. También se ocupa de preparar una alimentación sana, siguiendo todas las recomendaciones del médico.
Varios estudios han comprobado que los servicios de ayuda a domicilio aumentan la esperanza de vida de las personas mayores, y también su calidad de vida.
Para evitar accidentes, como caídas o tropiezos durante la limpieza, es fundamental que esta profesional se encargue de las tareas del hogar como la limpieza, la colada, la plancha, hacer las compras, etc.
Los profesionales de Servicio Doméstico Sant Pau, expertos en el servicio de cuidado de personas mayores y bebés, explican que la cuidadora debe ser educada y tener la formación pertinente, para conocer cómo debe tratar los problemas de salud.
Muchas personas quieren envejecer en su hogar, seguir el contacto con sus amigos y vecinos. La Encuesta sobre Personas Mayores 2010 señala que el 87,3% de los españoles mayores de 65 años prefiere vivir en su casa, aunque sea solo.
“Debemos garantizar el deseo de nuestros mayores de permanecer en su hogar”, ha dicho Jaume Castro, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Barcelona.
Un estudio reciente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología ha comprobado que en una residencia de enfermos crónicos, una enfermera dedica solamente entre 5 y 22 minutos diarios por anciano.
“Las residencias son infraestructuras que no están preparadas para sostener la vida de las personas más frágiles”, añade Castro.
El Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO), informa que en España hay 389.031 plazas en residencias de mayores distribuidas en 5.542 centros.
Números insuficientes para los expertos, porque para alcanzar una ratio de cinco plazas por cada 100 mayores de 65 años se necesitarían 70 mil nuevas plazas.
“Es un engaño porque todo el personal forma parte de la ratio de cuidados de los residentes. Es decir, se incluye a administrativos, mantenimiento u otros técnicos y no se contemplan bajas ni vacaciones del personal. Con esta triquiñuela engordan la ratio provocando que los verdaderos gerocultores con trato a diario con los mayores vayan hasta arriba de trabajo”, dice María Jesús Valero, jubilada y portavoz de Marea de Residencias.
Auxiliares de geriatría no dan abasto, por lo que los expertos denuncian el desastre de las dietas de los ancianos.
“Lo que más reivindicamos es la falta de personal”, dice María Jesús Valero. “Si una auxiliar de geriatría o gerocultora tiene a 15 personas a su cargo en el comedor, no podrá garantizar una buena atención. Hay mayores con problemas de apetencia o disfagia, que no es lo mismo, y requieren de un tiempo añadido para poder ingerir sus alimentos. Unos buenos cuidados implicarían que la gerocultora se sentara en la mesa, estableciendo contacto visual y una relación afectiva entre trabajadora y residente, para observar al detalle si esa persona está tragando bien o con dificultades”, añade.
Los voluntarios de Marea de Residencias se encargan de publicar las imágenes de comida en mal estado o caducada. En muchas residencias optan por los precocinados sin descongelar, abuso de congelados, pescados con demasiadas espinas, alimentos fritos o rebozados, bollería industrial, sopas o guisos sin carros térmicos…
“Nuestra manera de actuar siempre es la misma: quedamos con los trabajadores o familiares que nos han pasado las imágenes para después poder hablar con la dirección de las residencias. Siempre protegemos a la fuente para no dejarla al descubierto y así evitar que pueda recibir represalias. En ese preciso momento ya pedimos una inspección urgente para erradicar el foco del problema”, dice la portavoz de Marea de Residencias.
Joaquín Salado Monreal escribió Lodo y fango en las residencias, un libro donde da voz a trabajadores de la residencia.
“Los problemas en cocina eran muchos. Me sentía perseguida cuando simplemente era muy complicado cumplir con las exigencias. En ocasiones, me encontraba yo sola para preparar la comida para casi 180 residentes (meriendas y cenas). Toda esta situación se suma a las pésimas condiciones existentes de trabajo en las que había una excesiva carga y nulos recursos empresariales para atender a los residentes. Por otro lado, la directora, junto con la jefa de cocina, criticaban mi labor de forma ofensiva. Decían que no sabía organizarme ni repartir la comida, cuando el problema era que en muchas ocasiones no había suficiente comida para todos los residentes. (…) Todas estas situaciones, sumadas a horarios muy largos e impredecibles, conductas inadecuadas y de abuso de poder con episodios de agresión verbal (insultos, amenazas, etc.), hacen que no pueda continuar prestando un servicio a este centro y decida tratar de rescindir mi contrato vía judicial”, dice la cocinera de una residencia.